miércoles, 21 de marzo de 2012

LA POESÌA Y LOS POEMAS RECITADOS

La poesía es un arte milenario. Es arte verbal, juego de palabras, estética oral. Pues un poema no se lee. Se dice.
Por ello la poesía ha podido atravesar épocas y continentes. Fruto del imaginario tanto individual como colectivo, la poesía es un elemento permanente en la construcción de la vida social, tanto como la música, la danza y las artes plásticas. La poesía está presente en todas partes y, sin embargo, es al mismo tiempo inasible. Su fragilidad aparente, ligada a su carácter inmaterial, hacen de ella un arte superior invulnerable, que no teme los asaltos del tiempo o de las intolerancias.
Al igual que el conjunto del patrimonio inmaterial, este arte debe ser objeto de toda nuestra atención. Aunque todos la admiran, se publica poca poesía y se la traduce aún menos. Se encuentra en el corazón de todas las lenguas, pero a menudo es de difícil acceso.
Arte que le permite a una lengua echar raíces y renovarse, mensajero particularmente auténtico de una cultura, testigo refinado o singular de una historia, la poesía puede enseñarnos mucho acerca del universo de los otros, sobre sus valores y sus sueños. La poesía es una puerta abierta para el diálogo y la comprensión entre los pueblos, valores que celebramos en este Año de las Naciones Unidas del Diálogo entre Civilizaciones.
La UNESCO trabaja en pro de la difusión y de la enseñanza de la poesía en el sistema escolar y apoya todos los esfuerzos que puedan hacerse en materia de edición y de traducción de poesía. Invito a nuestros Estados Miembros a contribuir ellos también, de todas las maneras posibles, a la promoción permanente de la poesía.


                                                    Haiku:

Qué distinto el otoño
para mí que voy
para ti que te quedas 

                        LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas.  Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

                                                                                   Gabriel Celaya





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